lunes, 11 de agosto de 2008

Consumo Cultural de los argentinos de 11 a 17 años


Los adolescentes argentinos pasan un promedio de seis horas por día vinculados a los medios
Los chicos de 11 a 17 años ven entre dos y tres horas de TV por día, escuchan música otro tanto, usan la PC de uno a tres días por semana, y por año leen de uno a tres libros y van de una a cuatro veces al cine.
La primera encuesta nacional sobre consumos culturales de adolescentes, cuyos resultados presentó el Ministerio de Educación http://www.me.gov.ar/, mostró que la brecha económica tiene su correlato cultural.
El estudio confirma una hipótesis que los expertos en educación y cultura sostienen desde hace tiempo: la enorme brecha social que padecen los más chicos no es sólo económica, sino también cultural. Mientras el 75 por ciento de los de clase media alta hacia arriba tiene una computadora en la casa, solo uno de cada diez de los más pobres se puede dar ese lujo.
La encuesta, que fue financiada con el aporte de las empresas Arcor, Telecom, Petrobras y el Banco Nación, es una muestra representativa a partir de 3360 entrevistas realizada por la consultora Knack en capitales de provincia y áreas urbanas relevantes de todo el país, además de tres zonas rurales del NOA, NOE y la región pampeana, entre abril y junio de 2006.
Las tres principales conclusiones de la encuesta fueron: la brecha social es también cultural; los chicos argentinos pasan mucho tiempo conectados a los medios pero no es su primera opción: cuando pueden elegir, prefieren la sociabilidad; y que lo que caracteriza a estos jóvenes es el uso simultáneo de los medios, su superposición en variadas combinaciones: TV más internet, música más teléfono, etcétera.
Pero si bien esas tres conclusiones son bastante evidentes, lo que llamó enormemente la atención fue que no existe una relación lineal entre leer y ver TV: los que ven cuatro a seis horas por día de TV leen la misma cantidad de libros por año que los que miran una hora diaria. Y entre los lectores de tres libros por año, el porcentaje de altos consumidores de tele (cuatro horas) es el mismo que el de los que ven poca televisión.
En el caso de la lectura –que se supondría se lleva mal con el uso de la PC– también se comprueba con la encuesta que esa suposición es un mito. El 60 por ciento de los que leen tres libros por año usa su computadora para buscar información y hacer la tarea; los que leen un libro anual, la usan para jugar. Una de las indagaciones del Programa Escuela y Medios a través de 360 encuestas realizadas en el NOA, el NOE y la región pampeana fue el de los consumos culturales en las zonas rurales. Los chicos y chicas de estas zonas ven menos televisión (sólo el 60 por ciento lo hace todos los días y en familia), escuchan más radio (95 por ciento) y tienen casi nulo acceso a una computadora (sólo dos de cada cien). Son estos pibes los que viven la mayor brecha cultural, según la muestra.
Además, el estudio comparó la situación argentina con la de otros países. Una encuesta similar en Francia detectó que cada francés va al cine 12 veces al año, mientras que un argentino lo hace, en promedio, sólo dos. Si es por comparar con el Primer Mundo, queda en evidencia, según el trabajo encargado por Filmus, que en la Argentina sólo el 15 por ciento de estos adolescentes tiene internet, frente a la mitad de los franceses y el 67 por ciento de los ingleses. Donde se parecen más a sus coetáneos del Norte es en el reclamo de lo que dicen no tener y necesitar: espacios y actividades en los lugares donde viven.Como bien dijo el ministro Filmus cuando cerró el acto, lo que motivó la investigación no es mera curiosidad periodística sino la necesidad de saber concretamente qué hacen los chicos con los medios –y mejor aún: qué hacen los medios con los chicos– para desde allí generar políticas. Curiosamente, para los observadores del consumo de medios estos resultados eran más que previsibles. Y sobre todo la falta de linealidad entre consumo mediático y mal rendimiento escolar.
Lo cierto es que la primera generación de nativos digitales no le tiene miedo al libro y frente a sus padres y maestros –que siguen pensando en términos de dualismos y de dicotomías– logran articular mucho mejor el multitasking y el multiprocesamiento preparándose para el mundo que viene, que sólo por nostalgia y por pereza intelectual se puede bautizar como mucho peor que el que ya fue.